27 julio 2009

Felipe, o el secreto del mar

Desde que llegó a la ciudad vivía en la pensión Paraíso. Cada mañana hacía el mismo itinerario. Se levantaba a las cinco, desayunaba liviano, una taza de café y una pieza de fruta, y salía a la calle. Siempre le sorprendía no encontrar a otros que, como él, disfrutasen viendo amanecer.
Al pasar junto al kiosco, José, que desataba con parsimonia los haces de periódicos, le devolvía los buenos días. El papel olía a tinta todavía fresca. Atravesaba el casco viejo desierto rumbo al paseo que daba a la playa. Sus pies, algo entumecidos, reconocían las callejas estrechas y sombrías. Mientras caminaba le asaltaban los recuerdos, visiones inconexas de su vida o de personas que había conocido en algún momento.
Los rasgos de Felipe seguían nítidos en su memoria. Los surcos de su cara, castigados por el salitre y el sol, delataban que había sido un hombre de mar. Tenía la quietud del océano que guardan los marineros en sus silencios. No decía mucho, pero sus palabras venían siempre cargadas de sentido. Un día llegas a una isla y ya no izas el ancla fueron sus últimas palabras, una mañana de un mes de agosto infernal, antes de desaparecer sin dejar rastro. Nunca más supo de él. Preguntó a los estibadores y los pescadores del puerto, pero apenas nadie lo recordaba. Los viejos olvidaron y los jóvenes andaban ocupados en otras cosas. Luego él mismo partió a buscar fortuna en otros horizontes.
Viejo, había vuelto. Sin necesidad de mirarse al espejo veía su vejez destilar en todos los recorridos que hacía por la ciudad. Los rincones de los parques y los portales le devolvían recuerdos de antiguos amores y olores por mucho tiempo olvidados. Iba a un café y en su lugar encontraba una ruidosa tienda de zapatillas deportivas. Acababa visitando a sus amigos en los cementerios, donde se sorprendía buscando una placa con su nombre, como un fantasma. No sentía angustia. Tan sólo cierta perplejidad.

17 julio 2009

A veces lloro

Me emociona recordar a Alex por las calles nevadas de París, saltando juntos para atrapar con la boca los copos de nieve que caían del cielo, las risas. O la cara atónita de Keko cuando le olía los pies al masajeárselos en la cama y le decía mmm camembert. Desaparecía el tiempo, el espacio, todo era pleno.

07 julio 2009

Pagaba por trabajar

Con la precariedad no me dio tiempo de denunciar que pagaba por trabajar. No, no ha sido un lapsus. Lo lógico es que a uno le paguen por trabajar. En mi caso era al revés. Cuando una reconocida editorial propone a un colaborador traducir un cuento para niños del francés al catalán y al castellano por 30 euros (brutos), el colaborador está pagando por trabajar. Lo mismo sucede cuando otra reconocida editorial que publica guías de viaje no sube las tarifas a sus colaboradores en cinco años. Ahora me viene a la cabeza el dicho aquel de “no muerdas la mano que te da de comer”. Luego lo pienso bien y me doy cuenta de que a mí las editoriales no me dan de comer, sino que se ponen las botas a mi costa. Qué más me da contar que la editorial del cuento es MacMillan, si desde que le dije a la editora que ni hablar de traducir un cuento por ese importe no me ha vuelto a encargar nada. Tampoco me importa denunciar que la editorial de las guías de viaje es GeoPlaneta, a los que les expliqué por escrito que el hecho de no subir las tarifas con el IPC anual a los colaboradores externos, algo que tanto beneficia al Grupo Planeta, tiene un nombre muy feo: explotación. Obviamente no me han vuelto a llamar. Pero no me importa. Yo ya no trabajo para explotadores. Ya no acepto lo que nadie debería aceptar, por solidaridad con los compañeros y compañeras de profesión. Antes pagaba por trabajar. Ahora que tengo tiempo, lo denuncio.

Barcelona, 7 de julio 2009, San Fermín

Fábula

Un maestro oriental vio cómo un alacrán se estaba ahogando y decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó. Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose. El maestro intentó sacarlo de nuevo y el alacrán lo volvió a picar. Alguien que había observado todo se acercó al maestro y le dijo:
-Perdone, ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?
Éste respondió:
-La naturaleza del alacrán es picar y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar.
Y entonces, ayudándose de una hoja, sacó al animalito del agua y le salvó la vida.

05 julio 2009

Mendigos

Desde siempre me han gustado. Esos seres prisioneros de la miseria y a la vez tan libres no dejan de sorprenderme. Algunas imágenes no se me borran. Recuerdo la mendiga que contaba monedas en un parterre de un parque urbano, en medio del tráfico de la ciudad. El mendigo sentado en un banco bajo un árbol, escribiendo literatura universal en un rollo de papel de váter que se arremolinaba en las farolas y las papeleras, mecido por el aire. La mirada cansada del que empujaba su carrito lleno de cachivaches y me sorprendió mirándolo desde el calor de mi ventana un día de invierno. En una ocasión uno me soltó que si por la belleza hubiera que pagar impuestos estaría arruinada. Hubo otro que daba de comer migas de pan a las palomas. El que pedía en medio de una noche lluviosa en una calle no transitada cual estatua. Uno me pidió algo por la calle y cuando le di el bocadillo que me acababa de comprar en una panadería me preguntó: "¿Y tú?". Otro comía restos directamente del contenedor de la basura. El que se masturbaba dormido en el banco de un aeropuerto. La mendiga que peinaba las crines rubio platino de un caballo de juguete. El mendigo que se enfrentó a un ladrón de bicicletas al que había pillado in fraganti y prometió vigilarme la mía a cambio de una moneda, y luego me dio la mano y dos besos.

04 julio 2009

Life goes on

"I am the boss" le dice un padre a su hijito que está berreando porque no quiere saber nada de ponerse el gorro para ir a la playa.
"A la playa nos vamos, que con esta caló y sin aire acondicionado en casa, es lo mejó que se puede hasé", una mujer rodeada de críos a un tipo que se ha pasado la mañana escuchando coplas.
"La hija de puta de tu hermana sí que está buena", un chaval a otro.