Me duché. Los residuos tóxicos que me quedaban de su amargura se fueron por el desagüe. Cruzaron las cloacas en un recorrido sinuoso y apestoso hacia el mar. El mar los engulló, los diluyó, las algas los convirtieron en oxígeno. Un día el aire entraría en sus pulmones permitiéndole esa mierda de vida que sólo podía tener. Pensé en nosotras, en las liberadas, y me sentí limpia.
EL PLACER DE LA LECTURA
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Es un privilegio ser la primera ilustradora que ha creado la nueva imagen
del proyecto “Biblioteca Ilustrada” iniciativa de la
Biblioteca Rafael A...
Hace 3 años
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