Hace un rato he mantenido una conversación tonta y anodina con mi madre. Comentábamos lo malo que es el pan de la Miró, una panadería que lleva por lo menos treinta años, si no más, surtiendo al barrio donde crecí de pan malo. Mientras lo comentábamos -que si ese pan es de aire, que si se queda seco enseguida, que si...- me preguntaba en cuántas cocinas del mundo entero se estaría produciendo la misma conversación sin más interés, pero tan cotidiana, sobre algún comercio de toda la vida. Me pregunto a veces ese tipo de cosas.
EL PLACER DE LA LECTURA
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Es un privilegio ser la primera ilustradora que ha creado la nueva imagen
del proyecto “Biblioteca Ilustrada” iniciativa de la
Biblioteca Rafael A...
Hace 3 años
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