Todos los días pasaban por debajo de mi balcón rumbo a su paseo matutino. Ella con sus piernas flacas ligeramente arqueadas, el pelo teñido de rubio platino, las manos hundidas en los bolsillos de la chaqueta, la sonrisa siempre forzada. Él, algo más joven, iba tieso como el palo de una escoba. Tenía una mirada verde de gato, desconfiada y endurecida. Él, el hombre. Nunca le pasaba el brazo por la cintura. Ella, menuda, trotaba a su lado a cierta distancia, como anhelando ese abrazo que no llegaba, alegre y ajena a su resignación, agradecida por su compañía a pesar de todo.
EXPOSICIÓN EN LA FERIA DE ARTE
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Si aún no te has pasado por la Feria de Arte de la Fundación Caja Rioja
Gran vía 2 de Logroño...
Aún estás a tiempo!
Nos quedan 2 días de feria!
Estaré est...
Hace 5 años
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